Y Junaid viajó y viajó durante veinte años. Cuando oía de un Maestro, allí iba.
Pero ni el árbol estaba allí, ni el perfume -el almizcle-, ni aquellos ojos que el anciano había descrito. Esos rasgos no estaban allí. Y él tenía una verdadera fórmula, de modo que podía evaluarlo inmediatamente. “Este no es mi Maestro", y seguía buscando. Después de veinte años llegó junto a un árbol. El Maestro estaba allí. El almizcle estaba flotando en el aire, como un halo entorno al hombre. Sus ojos eran fieros, emanaban una luz roja. ¡Este era el hombre! Cayó a sus pies y le dijo, "Maestro, te he estado buscando durante veinte años".
Osho . Yoga: La Ciencia Del Alma Vol 1 .