La belleza es peligrosa. De pie en ese cerro uno veía trescientas millas de los
Himalayas, casi de horizonte a horizonte, con valles profundos, oscuros, pico tras pico cubiertos de nieves eternas, sin una sola casa a la vista, ni una aldea ni una choza. El sol tocaba las cumbres más altas y, repentinamente, toda la cadena de montañas estuvo ardiendo. Fue como si ardieran desde adentro, un resplandor de increíble intensidad. Los valles se oscurecieron más aún y el silencio era absoluto. La tierra quitaba el aliento en su esplendor. A medida que el sol se iba levantando desde el lejano este, la inmensidad, la total pureza de esas montañas majestuosas parecían tan cercanas que uno casi podía tocarlas, pero estaban a muchos cientos de millas de distancia.
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .