Un hombre vestido de sannyasi acostumbraba venir todas las mañanas para recoger flores de los

árboles en un jardín cercano. Sus manos y sus ojos reflejaban la codicia por las flores, y él arrancaba todas las que estaban a su alcance. Evidentemente, iba a ofrecerlas a alguna imagen muerta, a una cosa hecha de piedra. Las flores eran cosas bellas, tiernas, recién abiertas al sol de la mañana, y él no las recogía suavemente, sino que las separaba con violencia, despojando fieramente al jardín de todo lo que contenía. Su dios exigía montones de flores montones de cosas vivas para una imagen de piedra muerta.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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