Sea que se trate de la manifestación considerada metafísicamente o de la creación, la dependencia
completa de los seres manifestados al respecto del Principio es afirmada tan clara y expresamente en un caso como en el otro; es solamente en la manera más precisa en que esta dependencia se considera de una y otra parte donde aparece una diferencia característica, que corresponde muy exactamente a la de los dos puntos de vista. Bajo el punto de vista metafísico, esta dependencia es al mismo tiempo una «participación»: en toda la medida de lo que tienen de realidad en ellos, los seres participan del Principio, dado que toda realidad está en éste; por ello no es menos verdad, por lo demás, que estos seres, en tanto que contingentes y limitados, así como la manifestación entera de la cual forman parte, son nulos en relación al Principio, como lo decíamos más atrás; pero hay en esa participación como un lazo con el Principio, y por consiguiente, un lazo entre lo manifestado y lo no manifestado, que permite a los seres rebasar la condición relativa inherente a la manifestación. El punto de vista religioso, por el contrario, insiste ante todo sobre la nulidad propia de los seres manifestados, porque, por su naturaleza misma, no tiene que conducirles más allá de esta condición; e implica la consideración de la dependencia bajo un aspecto al cual corresponde prácticamente la actitud de el-ubûdiyah, para emplear el término árabe que el sentido ordinario de «servidumbre» no explicita sin duda sino muy imperfectamente en la acepción específicamente religiosa, pero suficiente sin embargo para permitir comprender ésta mejor de lo que la haría comprender el término de «adoración» (el cual responde por otra parte antes a otro término de la misma raíz, el-ibâdah); ahora bien, el estado de abd, así considerado, es propiamente la condición de la «criatura» frente al «Creador».
Ariza Francisco . Apercepciones sobre el esoterismo islámico y el Taoísmo .