Este reparador os ha enseñado a pedir a vuestro padre vuestro pan de cada día

y que os proteja del mal. Si vuestra edad lo hubiese permitido, os hubiese descubierto maravillas aún mayores en la misericordia de Dios, os hubiese descubierto que este Dios no deja de ofreceros ese pan de cada día, sin dejar de comunicaros su acción santa y exclusiva, que debería animaros a todos Por tanto, toda nuestra sabiduría debería dedicarse a no rechazar los socorros que nos ofrece dianamente y nuestra única plegaria podría reducirse a pedirle la gracia de no rechazar, como estamos haciendo, los dones y los favores con que Él nos colma. Pues el hombre nuevo sólo se diferencia de los imprudentes en que acepta ese pan de cada día y se alimenta con él, mientras que los demás lo rechazan, lo desprecian y niegan después su existencia».

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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