Los hombres han pervertido la verdad y se ha perdido su verdadera significación. En la

actualidad sexo significa satisfacer el deseo masculino por el placer sensual y mitigar el apetito físico mediante la perversión del aspecto femenino de ese deseo y apetito. Dicha relación no da los resultados esperados, sino que conduce a un momentáneo segundo de satisfacción, y todo ello está confinado a la naturaleza animal y al plano físico. Hablo en forma general y les recordaré que hay excepciones en todas las generalizaciones. Quisiera también agregar que no crean que considero solamente responsable del problema actual al aspecto masculino, al decir que el hombre utiliza a la mujer para su placer. No puedo significar eso, porque sé que todo ser humano es cíclicamente hombre o mujer, y que los hombres de hoy han sido mujeres en vidas anteriores. No existe sexo, según lo entendemos, en lo que concierne al alma; sólo existe el sexo en la vida de las formas. Únicamente en el proceso de diferenciación, a fin de pasar experiencias, el encarnante hombre espiritual ocupa primero un cuerpo masculino y luego uno femenino, redondeando así los aspectos positivo y negativo de la vida de las formas. Toda la raza es culpable y debe estar activa en el proceso de crear las correctas condiciones y poner orden en el caos actual. Por lo tanto, el primer postulado que debe formularse, respecto al cual se tiene que educar al público, es que todas las almas encarnan y reencarnan bajo la Ley de Renacimiento. De allí que en cada vida no sólo se recapitulan las experiencias anteriores sino que se reasumen antiguas obligaciones, se restablecen antiguas relaciones, se tiene la oportunidad de saldar antiguas deudas; la posibilidad de retribuir y no progresar, despertar cualidades hondamente arraigadas, reconocer antiguas amistades y enemistadas, solucionar detestables injusticias y explicar lo que condiciona al hombre y hace que sea lo que es. Tal es la ley que ahora reclama un reconocimiento universal y que, cuando sea comprendida por las personas inteligentes, ayudará a resolver los problemas del sexo y del matrimonio. ¿Por qué será así? Porque cuando esta ley sea admitida como el principio intelectual gobernante, todos los hombres recorrerán más cuidadosamente el sendero de la vida y procederán con mayor cautela para cumplir con las obligaciones de la familia y del grupo. Sabrán muy bien que lo que "el hombre siembra cosechará" y lo cosechará aquí y ahora, no en algún místico y mítico cielo o infierno; tendrán que hacer los reajustes en la vida diaria en la tierra; la cual proporciona un cielo adecuado y un infierno más que adecuado. La difusión de esta doctrina del Renacimiento y su reconocimiento y comprobación científica avanza con toda rapidez, y durante los próximos diez años se debe prestar mucha atención a este tema.

Alice A. Bailey . El Sexo .

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