Por repulsiva que en el primer momento pueda aparecer esta vida primitiva del alma, mirándola

desde el estado más elevado que consideramos, es sin embargo necesaria para la germinación de las semillas de la mente. El reconocimiento de la diferencia, la percepción de que una cosa es distinta de otra, es un preliminar esencial para pensar; y a fin de despertar esta percepción en el alma no pensante aún, son necesarios contrastes fuertes y violentos que, chocando con ella, le impongan sus diferencias: golpe tras golpe del placer desenfrenado, golpe tras golpe del dolor desesperante, así forma el mundo externo al alma por medio de la naturaleza de deseos, hasta que las percepciones principian lentamente a formarse y registrarse después de repeticiones innumerables. Las cortas adquisiciones hechas en cada vida se acumulan por el Pensador, y de este modo principia a progresar lentamente.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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