Consolaos, hombres de paz. Tampoco estáis separados de vuestros hermanos que habitan en una atmósfera
pura. La muerte sólo separa al malo y éste es el que tiene que esperar que vengan a auxiliarlo, porque, al quitarle su envoltura de mentira, se le ha quitado lo que era todo para él. Acordaos de la parábola del rico epulón: quería que Lázaro hubiese podido hundir su dedo en los abismos para moderar el ardor devorador; pero se le negó este consuelo. El hombre justo no pasa ni un momento sin que el dedo de Dios se hunda en su atmósfera. Además, lo mismo que la espiga que está en medio del campo ve sin fruncir las cejas la hoz del segador que derriba todo lo que hay a su alrededor y se acerca para derribarla a ella también, sabe que, a! abandonar esta tierra entra en la atmósfera de la pureza y que allí ojos más penetrantes que los del impío lo visitarán con interés por protegerlo y ayudarle, sin que se dé cuenta de ello.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .