Así que el chico va, le da los frutos, los dulces, los regalos, y le

pide su perdón porque, de algún modo, en el sueño él es responsable de su tristeza. Desde sus comienzos los niños son educados de esta forma. No hay porque admirarse de que esta tribu haya vivido sin luchas, sin contiendas, sin asesinatos, sin suicidios. No pueden ni imaginárselos. Allí funciona una clase de mente diferente.

Osho . Yoga: La Ciencia Del Alma Vol 1 .

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