También los herreros, como los chamanes, son considerados como «señores del fuego». En algunos regímenes
culturales el forjador es considerado como igual, si no superior, al chamán. «Herreros y chamanes vienen del mismo nido», dice un proverbio yakuta. «La mujer de un chamán es respetable; la de un herrero es venerable», dice otro. Y un tercero afirma: «El primer herrero, el primer chamán y el primer alfarero eran hermanos de sangre. El herrero era el mayor, y el chamán estaba entre los dos. Esto explica que el chamán no pueda provocar la muerte de un herrero.»6 Según los dolganes, los chamanes no pueden «adueñarse» de las almas de los herreros, pues éstos las conservan en el fuego; por el contrario, es posible para el herrero apoderarse del alma de un chamán y quemarla en el fuego7. Según los mitos de los yakutas, el herrero recibe su oficio de la divinidad «malvada», K'daai Maqsin, el forjador principal del infierno. Este habita una casa de hierro rodeada por destellos del mismo metal. K'daai es un maestro herrero de gran renombre: es el que repara los miembros rotos o amputados de los héroes. También le corresponde participar en la iniciación de los chamanes famosos del otro mundo y templa sus almas del mismo modo que templa el hierro.
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .