La tradición nos dice que necesitamos un gurú, un maestro que nos ayude a meditar

y que nos explique lo que debemos hacer. El Occidente tiene su propia forma de tradición, de rezo, contemplación y confesión. Pero en todo el fundamento de que alguna otra persona sabe y uno no sabe, de que el que sabe nos va a enseñar, a dar la iluminación, en eso está involucrada la autoridad, el maestro, el gurú, el salvador, el Hijo de Dios, etcétera. Ellos saben y uno no sabe; ellos dicen: siga este método, este sistema, día tras día, practique y llegará eventualmente allá, si tiene suerte. Lo cual significa que uno lucha consigo mismo todo el día, tratando de ajustarse a un patrón, a un sistema, tratando de reprimir sus deseos, sus apetitos, la envidia, los celos y las ambiciones. Por lo tanto, hay conflicto entre lo que somos y lo que deberíamos ser de acuerdo con el sistema. Esto significa que hay esfuerzo, y una mente que se esfuerza jamás puede estar quieta; mediante el esfuerzo la mente nunca se silencia por completo.

Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .

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