No olvides, tú, que por la liberación del hombre peleas, que cada fracaso es triunfo,
que cada esfuerzo sincero alcanza con el tiempo su galardón. Los tallos de los santos gérmenes que brotan y se desarrollan invisibles en el alma del discípulo, se robustecen a cada nueva tentativa, dóblanse como juncos, pero jamás se quiebran, ni pueden nunca echarse a perder. Antes bien, florecen cuando llega la hora.
H.P. Blavatsky . La voz del silencio .