La experiencia espiritual atribuída a Kether es la unión con Dios. Este es el fin

y el objeto de toda experiencia mística, y si buscamos cualquier otro, somos como aquellos que construyen una casa en el mundo de las ilusiones. Todo lo que puede detener al místico en su recto camino hacia la meta, le produce la impresión de un grillete, de una cadena que debe ser rota de inmediato. Todo cuanto sujeta la conciencia a la forma, todos los deseos que no sean ese único deseo, son males para él y, desde ese punto de vista, tiene sobrada razón; si obrase de otra manera, invalidaría toda su técnica. Esta no es la única prueba que el místico tiene que afrontar. Se le exige que satisfaga las exigencias de los planos de la forma ante de quedar libre para retirarse y escapar de ellos. Existe un sendero siniestro que conduce a Kether: el Kether de los Qliphoth, que es el Reino del Caos. Si holla prematuramente el Sendero Místico, es allí donde irá, y no al Reino de la Luz. Para el ser humano que se siente inclinado naturalmente al sendero místico la disciplina del cuerpo y de la forma le repugna; y una de las tentaciones más sutiles, es abandonar la lucha en la vida de las formas que se resiste a su dominio, y retirarse a través de los planos antes de haber pasado por el nadir y haber aprendido allí las lecciones que debía aprender.

Dion Fortune . La Cabala Mistica .

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