No sé si ustedes han sentido profundamente qué implica esa palabra: “religiosa”. Ciertamente, no es

la religión de la creencia y la propaganda organizadas, de las iglesias, los sacerdotes, las ceremonias y los rituales. Eso no es religión. En mi sentir, la religión es algo del todo diferente. No tiene nada que ver con lo que el hombre ha inventado a causa del miedo. Esto que el hombre llama “religión”, es algo que él ha buscado y aprisionado en la trampa de las religiones organizadas. Nosotros estamos hablando de la mente religiosa, que es muy difícil de explicar debido a las muchas cosas que abarca. Una mente religiosa implica, sin duda, un estado mental que no contiene ningún temor y, por ende, ningún sentido de seguridad en momento alguno; en una mente así no hay ninguna clase de creencia, sólo existe lo que es, lo que realmente es. Y en esa mente impera un estado de silencio no producido por el pensamiento, sino que ese silencio es el resultado natural de una percepción alerta y una atención muy intensas. Es el resultado de una meditación en la cual el meditador está por completo ausente; entonces, de ello surge un silencio en el que no existen ni el observador ni lo observado. Y en ese silencio uno comienza a descubrir por sí mismo el origen y principio del pensamiento. Se da cuenta, entonces, de que el pensamiento es siempre viejo y que, por consiguiente, jamás puede descubrir nada nuevo. Y, al descubrir todo esto a causa de ese silencio que es parte de la mente religiosa, uno conoce un estado de energía que no es la energía del conflicto ni es la energía engendrada por medio del esfuerzo, la ambición, la codicia y la envidia. Es una energía que no ha sido tocada por ninguna clase de conflicto. Todo eso, me parece, es el estado de la mente religiosa. Sin dar con eso, pueden ustedes tomar LSD, tener innumerables visiones o experiencias, hallarse en un estado de sensibilidad intensificada o hipnotizarse a sí mismos mediante la repetición de diversos dogmas y credos; pero estas sensaciones no contienen esa calidad de la mente religiosa. Lo importante, pues, ya sea uno muy joven o muy viejo, es traer todo el proceso de la propia vida a un nivel diferente, a una dimensión diferente, ahora, en el presente, en este mismo instante.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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