Se sigue dé ahí que, en realidad, cada hombre crea su propio cielo,

y que puede acrecentar indefinidamente la belleza de lo que le rodea, según la fuerza y riqueza de su inteligencia; y así, a medida que el alma desarrolla sus facultades, su cielo se hace más delicado y más exquisito.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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