Y hay que recordar estas dos cosas. El cuerpo es espacio, la mente es tiempo.

Cuando meditas, desapareces del cuerpo, no sabes quién eres. Hombre, mujer, feo, guapo, negro, blanco... Sencillamente no sabes quién eres. Cuando entras en ti, dejas atrás el cuerpo. Llega un momento en el que ni siquiera puedes ubicar tu cuerpo y ni siquiera puedes sentir su presencia. Ya no estás apegado a la forma; te has vuelto sin forma. Y lo mismo sucede con la mente: no sabes dónde está tu mente, adonde ha ido esa mente. Todo ese ruido, ese ruido del tráfico que estaba constantemente dentro de ti, se vuelve distante, distante, distante, y desaparece. De pronto explota en ti un gran silencio. En ese estado sin espacio y sin tiempo llegas a conocer tu esencia. Y conocer tu propia esencia es tener el primer vislumbre del Tao.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

Índice