Mientras prosigue el Sendero de la prueba, o más tarde, se le ofrece al chela

el privilegio de cumplir uno de esos actos de renunciación que señalan el más rápido ascenso del hombre. Se le permite “renunciar al Devachán”, es decir, renunciar a la gloriosa existencia que le aguarda en las regiones celestes, después de cruzar por el mundo físico, existencia que en su mayor parte hubiera pasado en la región media del mundo “arupa” en compañía de los Maestros y entre los puros y sublimes goces de la sabiduría y del amor. Si el chela renuncia a esta recompensa de una vida noble y devota, las fuerzas espirituales que hubiese empleado en el Devachán pueden aplicarse al servicio del mundo, permaneciendo el chela en el plano astral en espera de un casi inmediato renacimiento en la tierra. En este caso su Maestro escoge el lugar a donde ha de volver y preside su reencarnación. El chela es conducido así al medio adecuado para asegurar su utilidad en el mundo, entre las condiciones más favorables para su progreso y para el trabajo que en él le aguarda. Y consigue en este punto que todos sus intereses individuales se subordinen a la obra divina, y que su voluntad se fije inmutablemente en el servicio sin inquietarse del lugar donde lo presta ni del género de trabajo que le incumbe. Abandonase también gozosamente en manos de quien le inspira confianza, aceptando de buen grado el lugar en que pueda prestar al mundo los mejores servicios y desempeñar su papel en la obra gloriosa de Aquellos que ayudan a la evolución humana. Bendita es la familia en que nace un niño con un alma semejante, pues trae consigo la bendición del Maestro que le vela, le guía constantemente y le presta todo su concurso, ayudándole para adquirir inmediato imperio sobre sus vehículos inferiores.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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