«Nos ha enseñado que nuestra esencia, que es el nombre y la palabra del Señor,
podía comunicar a nuestras facultades el derecho a ser también el nom- bre y la palabra del Señor, lo mismo que el Eterno comunica su nombre, su palabra y sus poderes a todos los seres emanados de Él y empleados como mi- nistros de sus voluntades y dispensadores de sus gozos. Así es como este amigo fiel nos enseña que las puertas de la vida están abiertas todavía para nosotros, ya que las puertas de la vida están en nosotros. «Te doy gloria, padre mío, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado todas estas cosas a los sabios y a los eruditos y las has revelado a los sencillos y a los pequeños. Sí, padre mío, así es porque Tú lo has querido. Mi padre ha puesto todo en mis manos y nadie conoce al hijo nada más que el padre, lo mismo que nadie conoce al padre nada más que el hijo y aquél a quien el hijo se lo haya querido revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y cargados, porque yo os aliviaré. Coged mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis el descanso de vuestras almas, pues mi yugo es suave y mi carga ligera».
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .