Esto puede ser interpretado por el lector superficial como el mandato de ser célibe, y
la promesa, por el solicitante, de que se abstendrá de toda manifestación física del impulso sexual. Pero no es así. Muchos iniciados han logrado su objetivo cuando, correcta e inteligentemente, participaron en la relación matrimonial. El iniciado cultiva una peculiar actitud mental, donde reconoce que todas las formas de manifestación son divinas, y que el plano físico es una forma de expresión divina como cualquiera de los planos superiores. Se da cuenta que la manifestación más íntima de la divinidad debe estar bajo el control consciente de la divinidad interna, y que todo acto debe ser regido por el esfuerzo de cumplir todos los deberes y obligaciones, supervisar toda acción y actuación y utilizar el vehículo físico, de modo que el grupo pueda ser beneficiado por ello y ayudado en su progreso espiritual, en la ley perfectamente cumplida.
Alice A. Bailey . El Sexo .