Hemos dejado el alma adormecida, despojada de los últimos o jirones o restos de su

cuerpo astral, presta a pasar del Kamaloka al Devachán, del purgatorio al cielo. La conciencia adormecida se despierta a un sentimiento de gozo inefable, de felicidad indecible, de paz que sobrepuja a toda comprensión.. Las melodías más dulces resuenan en torno a ella, los matices más delicados fascinan sus ojos; la atmósfera misma parece un conjunto de música y de color, y todo el ser se inunda de luz y de armonía.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

Índice