En una palabra, la idea de este ser poderoso debe ser de ahora en adelante
tan inseparable de nuestra obra como el pensamiento lo es de las palabras y de todas las obras de las que es fruto. Cuando nos sintamos contrariados en nuestra empresa o disminuyan nuestras fuerzas, tenemos derecho a interpelar con sus propias palabras al que nos ha dicho que queria fundar en nosotros su iglesia, tenemos derecho a recordarle que su palabra no puede quedar sin que se cumpla. Tal como ha prometido (Isaías 55, II) mi palabra que sale de mi boca no volverá a mí sin fruto, sino que hará todo lo que yo quiero y producirá el efecto para el que la he enviado. Honramos a Dios, al utilizar así los títulos que él nos da para con él, y lo único que nos pide es que hagamos de ellos un uso similar y la prueba de que lo honramos al actuar así está en que no tardamos en recibir el premio de nuestra confianza y en que pronto renacen en nuestro ser la paz y la luz, cuando hemos empleado este medio.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .