El Señor ha elegido al alma del hombre para poner en ella su morada. Le
gustaría pasar el rato paseando por los senderos espaciosos que se ha prepara- do en ella. Allí despliega toda su majestad y, para que ésta se pueda percibir mejor, hace que brillen astros deslumbrantes, cuya luz difunde un resplandor inefable que llega hasta los rincones más ocultos de este refugio sagrado. Se ha levantado allí un templo en el que sus Levitas se dedican todos los días al culto de su Dios y a poner en práctica ceremonias santas. Todos los días consa- gra el óleo de la vida que debe servir para renovar eternamente las fuentes sacra- mentales de todos los dones de su espíritu. Ha colocado en el lugar más destaca- do de este templo una cátedra de la verdad y hace que se siente en ella su enviado para anunciar a las naciones la palabra de alegría que oye en la lengua eterna.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .