Usted ha dicho que cuando vemos que alguna cosa es falsa, esa cosa falsa llega
a su fin. Yo veo todos los días que el fumar es falso, pero éste no llega a su fin. ¿Ha observado usted alguna vez a los adultos cuando fuman, ya sean sus padres, o sus maestros, o sus vecinos, o algún otro? Eso se ha vuelto un hábito en ellos, ¿no es así? Siguen fumando día tras día, sin interrupción, y se han vuelto esclavos del hábito. Muchos de ellos se dan cuenta de lo estúpido que es ser esclavo de algo, y combaten el hábito, se disciplinan contra él, lo resisten, intentan toda clase de métodos para librarse de ese hábito. Pero vea, el hábito es una cosa muerta, una acción que se ha vuelto automática, y cuanto más uno la combate más fuerza le da. Pero si la persona que fuma se torna consciente de su hábito, si advierte cómo introduce la mano en el bolsillo, y saca el cigarrillo, y lo golpea ligeramente contra la uña, y lo pone en la boca, y lo enciende, y aspira la primera bocanada de humo si cada vez que pasa por esta rutina simplemente la observa sin condenarla, sin decir “qué terrible es fumar”, entonces no está dando nueva vitalidad a ese hábito particular. Para desprenderse realmente de algo que se ha convertido en un hábito, uno tiene que investigarlo mucho más, lo cual implica examinar todo el problema de por qué la mente cultiva el hábito vale decir, por qué la mente está inatenta. Si usted limpia sus dientes todos los días mientras mira afuera por la ventana, la limpieza de los dientes se vuelve un hábito; pero si siempre limpia sus dientes con sumo cuidado, prestando a ello su atención completa, entonces el limpiarse los dientes no se convierte en un hábito, en una rutina que se repite irreflexivamente. Experimente con esto, observe cómo la mente, por hábito, quiere adormecerse y así permanecer tranquila, sin ser perturbada. Las mentes de la mayoría de las personas están siempre funcionando en la rutina del hábito y, a medida que envejecen, eso empeora. Probablemente usted ya ha adquirido muchísimos hábitos. Tiene miedo de lo que sucederá si no hace lo que sus padres le dicen, si no se casa tal como su padre quiere que lo haga... de modo que su mente ya está funcionando en una rutina; y cuando uno funciona en una rutina, pueda tener sólo diez o quince años de edad, ya es viejo, está declinando internamente. Puede poseer un buen cuerpo, pero nada más. El cuerpo puede ser joven y erguido, pero la mente está agobiada por su propio peso. Es, pues, muy importante comprender todo el problema de por qué la mente reside siempre en los hábitos y se desliza en las rutinas, por qué se mueve a lo largo de un juego particular de rieles, igual que un tranvía, y tiene miedo de cuestionar, de inquirir. Si usted dice: “Mi padre es un sikh, por lo tanto, yo soy un sikh y voy a dejarme crecer el cabello y a vestir un turbante”, si usted dice eso sin inquirir, sin cuestionar, sin que ningún pensamiento rompa con ello, entonces es usted como una máquina. El fumar también hace que usted sea como una máquina, un esclavo del hábito, y es sólo cuando uno comprende todo esto que la mente se vuelve fresca, joven, activa, de modo que cada día es un día nuevo, cada amanecer que se refleja en el río es algo digno de contemplarse gozosamente.
Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .