La persona sin deseo de poder es una persona satisfecha, feliz, tranquila, contenta con lo

que es. Su ser mismo expresa una inmensa gratitud hacia la existencia; no tiene nada más que pedir. Le han dado lo que le han dado, sin haberlo pedido. Es un simple regalo de la abundancia de la naturaleza. Y son dos caminos completamente distintos: el uno es el deseo de poder; el otro es el deseo de disolverse. Me dices: «Pero ahora me parece algo limitado, muy reducido...». No es solo limitado y reducido, sino enfermizo y feo. La sola idea de ejercer poder sobre los demás significa arrebatarles su dignidad, destruir su individualidad, obligarlos a ser esclavos. Solo una mente sucia y fea puede hacer semejante cosa. Y lo que planteas sigue así: «Sin embargo, tengo la sensación de que existe un poder más auténtico, que no depende de otras personas ni de sus reacciones, sino que es algo que existe en mi interior». Hay algo de verdad en tus palabras, pero no es tu experiencia. Sin duda existe un poder que no tiene nada que ver con el dominio sobre los demás, pero el poder de una flor al abrir sus pétalos... ¿Te has fijado en ese poder, en esa maravilla? ¿Te has fijado en el poder de una noche estrellada? Sin que domine a nadie. ¿Te has fijado en el poder de una hojita minúscula danzando al sol o en medio de la lluvia? ¿En su belleza, en su grandeza, en su júbilo? No tiene nada que ver con nadie; ni siquiera necesita que nadie la vea. Esa es la verdadera independencia, lo que te lleva a la raíz de tu ser, de donde brota la vida a cada momento, pero no debería llamarse poder a ese poder, porque crea confusión.

Osho . El libro del ego .

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