Buda vivió cuarenta y dos años después de su iluminación, diciendo lo mismo mañana y
tarde, un día tras otro, durante cuarenta y dos años, lo mismo continuamente, porque nunca se sabe en qué momento puedes estar receptivo. Nunca se sabe cuándo se abrirá una pequeña ventana en tu corazón y podrá entrar el huésped y el rayo de luz penetrará en ti. En veinticuatro horas no eres siempre el mismo. A veces eres muy duro y es muy difícil penetrar en ti. A veces estás muy sordo: oyes pero no oyes; pero a veces estás un poco más abierto, más vulnerable, más amoroso, más capaz de escuchar, menos argumentativo. A veces eres suave, femenino. A veces eres masculino y duro. Es un ritmo que sigue cambiando. Puedes observarlo, y no tardarás en darte cuenta de que hay momentos en los que eres más comprensivo y hay momentos en los que eres menos comprensivo. No eres el mismo las veinticuatro horas. Estás cambiando continuamente, estás en un flujo; por eso el Maestro tiene que seguir hablando. Nunca se sabe cuándo es el momento apropiado para ti, de manera que él sigue repitiendo. Cuando llegue el momento apropiado, sucederá la transformación. Un solo golpe en la cabeza y serás una persona totalmente diferente después de eso. No volverás a ser el mismo.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .