En esta zona de difícil circunscripción, en que sobrenadaban tradiciones de innegable antigüedad —pues derivaban
de situaciones espirituales superadas: éxtasis y saberes vinculados a la magia de la caza, al descubrimiento de la cerámica, a la agricultura o la metalurgia, etc.—, en que se mantenían aún las instituciones y comportamientos arcaicos, refractarios a las vicisitudes de la historia cultural; en esta zona era donde los taoístas pretendían recoger recetas, secretos, instrucciones. Puede, pues, decirse que los alquimistas taoístas, pese a innumerables renovaciones, tomaban y prolongaban una tradición atemporal. Sus ideas sobre la longevidad y la inmortalidad pertenecían a la esfera de las mitologías y folklores casi universales. Las nociones de la «hierba de la inmortalidad», de sustancias animales o vegetales cargadas de «vitalidad» y portadoras del elixir de la juventud, lo mismo que los mitos sobre las regiones inaccesibles habitadas por los inmortales, forman parte de una ideología arcaica que desborda los confines de China y que no vamos a examinar aquí (véanse algunos ejemplos en la nota J ). Nos limitaremos a señalar en qué sentido fueron recogidas e interpretadas por los alquimistas algunas intuiciones halladas en estado elemental en las mitologías y ritos de los fundidores y herreros. Resultará sobre todo instructivo arrojar luz sobre el desarrollo ulterior de algunas ideas fundamentales relativas al crecimiento de los minerales, la transformación natural de los metales en oro y el valor místico de dicho metal. En cuanto al complejo ritual «herreros-cofradías de iniciación-secretos de oficio», no cabe duda de que algo de su estructura particular se transmitió a la alquimia china y no solamente a ésta: la iniciación por un maestro y la comunicación ceremonial de los secretos siguieron constituyendo durante mucho tiempo una norma de la enseñanza alquímica.
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .