Por eso, el hombre nuevo ha dicho con alegría y lleno de esperanza: «cuando el
fuego del corazón haya inflamado mi corazón y haya quemado mis ríñones, cuando los hombres de Dios hayan preparado todos los sentidos de mi alma, cuando el óleo santo haya realizado mi consagración exterior e interior, enton- ces entrará en mí el Señor y se paseará dentro de mí, igual que paseaba en otro tiempo por el jardín del Edén. Oiré a mi Dios, veré a mi Dios, comprenderé a mi Dios y sentiré a mi Dios. Él allanará los caminos por donde quiera hacer que camine su sabiduría, dispondrá mi corazón para poder morar en él como en un lugar de reposo y, cuando yo quiera alimentarme con las dulzuras de la virtud, con el imperio de las fuerzas y los poderes y con la deliciosa contem- plación de la luz, tendré en cuenta al habitante celeste que morará en mí y Él, a su vez, me proporcionará todos estos bienes».
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .