De hecho, sólo existe un estado, no dos estados tales como lo consciente y lo
inconsciente; hay un solo estado del ser, que es la conciencia, aunque pueda dividírsela como lo consciente y lo inconsciente. Pero esa conciencia es siempre del pasado, jamás del presente; somos conscientes sólo de las cosas que han pasado. Usted es consciente, un segundo más tarde, de lo que intento comunicarle, ¿no es así? Lo entiende un instante después. Nunca es consciente o se da cuenta del ahora. Observe ahora su corazón y su mente, y verá que la conciencia está funcionando entre el pasado y el futuro, y que el presente es tan sólo un pasaje del pasado hacia el futuro [...]. Si observa su propia mente en funcionamiento, verá que el movimiento del pasado hacia el futuro es un proceso en el que no existe el presente. O bien el pasado es un medio de escapar del presente que tal vez sea desagradable-, o el futuro es una esperanza que se halla lejos del presente. De modo que la mente está ocupada con el pasado o con el futuro y desecha el presente [...]. O condena y rechaza el hecho, o lo acepta y se identifica con él. Desde luego, una mente así es incapaz de ver ningún hecho como hecho. Es decir, nuestro estado de conciencia que se halla condicionado por el ayer- y nuestro pensamiento son la respuesta condicionada al reto de un hecho; cuanto más responde usted conforme al condicionamiento de la creencia, del pasado, tanto más se fortalece el pasado. El fortalecimiento del pasado es, sin duda, la continuidad de éste, a la cual él llama el futuro. Ése es, entonces, el estado de nuestra mente, de nuestra conciencia: un péndulo que oscila hacia atrás y hacia delante entre el pasado y el futuro.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .