Estamos a fines de un ciclo y en época notoriamente transitoria. Platón divide el progreso

mental del universo en cada ciclo en dos períodos: fértil y estéril. Dice a este propósito que en las regiones sublunares permanecen los diversos elementos en perfecta armonía con la naturaleza divina, pero los seres que de dichos elementos participan, están unas veces en armonía y otras en discrepancia con la naturaleza divina, a causa de su entreveración con la materia terrena en los reinos del mal. Cuando las corrientes del éter universal (83), que en sí entraña los elementos de todas las cosas, están en armonía con el espíritu divino, nuestro planeta y cuanto contiene disfrutan del período fértil. Las ocultas potencias de los animales, vegetales y minerales simpatizan mágicamente con las naturalezas superiores, y el yo inferior del hombre se armoniza perfectamente con el Yo superior. Pero durante el período estéril, el yo inferior agota su mágica simpatía y se entenebrece la visión espiritual de la mayoría de las gentes hasta el punto de perder toda noción de las elevadas potencias de su divino espíritu. Actualmente estamos en un período estéril. El siglo XVIII padeció altísima fiebre de escepticismo, cuya enfermedad heredó el siglo XIX. La mente divina está eclipsada en los hombres que razonan tan sólo con su cerebro físico.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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