El ocultista, observando el problema desde el punto de vista exactamente opuesto, ve que materia

y espíritu son dos aspectos de la misma existencia, pero que llega un punto en las investigaciones donde es más provechoso cambiar de terminología, y hablar de fuerzas y formas en términos de psicología, como si ellas tuviesen forma y conciencia. Esto, según él, nos permite comprender los fenómenos que observamos, mucho mejor que quedando limitados a términos sólo aplicables a la materia ciega e inanimada, a la fuerza sin dirección. Dada la naturaleza de nuestro intelecto, siempre es bueno usar la analogía como de un medio para comprender; si las analogías a las cuales recurrimos en este nivel de la investigación son las de la materia inanimada, las encontraremos tan poco adecuadas que engendrarán la limitación y el error, y, más que aclarar, obscurecerán. Si, por el contrario nos servimos de la terminología de la vida, de la inteligencia y de la voluntad consciente, teniendo cuidado de adaptarla congruentemente a las necesidades de un estado de desenvolvimiento muy rudimentario, como el que consideramos, encontraremos una analogía inspiradora en vez de enceguecedora, y que nos permitirá dar un paso más adelante en la comprensión del problema. Es por esta razón que el ocultista personifica las fuerzas sutiles, y las llama Inteligencias. Las aborda como si en efecto fuesen Inteligencias, y entonces descubre en su propia naturaleza y conciencia un lado sutil que responde a ellas, las cuales, al menos ésta es su esperanza, le responden. En todo caso, haya o no una mutua respuesta, sus poderes para tratarlas son, por este medio, enormemente más desarrollados que los que él posee cuando se limita a ver en ellas “una ocurrencia fortuita de accidentes sin relación entre sí”.

Dion Fortune . La Cabala Mistica .

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