No sucede lo propio en la hipótesis de Huxley acerca de los fundamentos fisiológicos de

la vida. Contra las negaciones de sus colegas alemanes admite un protoplasma universal que al formar las células origina la vida. Este protoplasma es, según Huxley, idéntico en todo organismo viviente, y las células que constituye entrañan el principio vital, pero excluye de ellas el divino influjo y deja sin resolver el problema. Con habilísima táctica convierte las leyes y hechos en centinelas cuyo santo y seña es la palabra necesidad, aunque al fin y a la postre desbarata toda la hipótesis calificándola de “vano fantasma de mi imaginación”. “Las doctrinas fundamentales del espiritualismo, continúa diciendo Huxley, trascienden toda investigación filosófica” (21). Sin embargo, nos atreveremos a contradecir esta afirmación observando que mejor se avienen las doctrinas espiritualistas con las investigaciones filosóficas que con el protoplasma de Huxley, pues al menos ofrecen pruebas evidentes de la existencia del espíritu, mientras que una vez muertas las células protoplásmicas, no se advierte en ellas indicio alguno de que sean los orígenes de la vida, como pretende el eminente pensador contemporáneo.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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