Al plano de Beriyah y al de Yetsirah corresponden respectivamente el Aire y el Agua

entre los elementos, así como al de Atsiluth el Fuego y al de Asiyah la Tierra. Los dos primeros conforman lo que se llama las Aguas Superiores y las Inferiores, refiriéndose las primeras a las posibilidades informales y las segundas a las formales. El Arbol, como Eje, traduce la situación de la Unidad en distintos planos, es decir de todo el Arbol, suma integral de los aspectos divinos, de donde emanan todas las posibilidades, ya sea en el plano individual (que corresponde a la mitad inferior del Huevo del Mundo) o en el universal (la superior), las que obedecen al mismo Modelo, el cual es susceptible de una lectura arquetípica (el plano de Atsiluth), anterior a la diferenciación y posterior separación del Sujeto y el Objeto propia de la caída en lo individual por apego o "hipnosis" con las formas que constituyen la existencia, cuyo enrulamiento en ciclos indefinidos conforma alguna espiral de la serpiente cósmica, la que sin embargo considerada en forma integral constituye un símbolo del Verbo. Esta caída es generada por el hombre como agente o parte del Demiurgo, de donde la necesidad de la labor de construcción, o reconstrucción de la integridad perdida, lo que no es sino mediante el sacrificio, asesinato o muerte ritual en el que es vencida, asumiéndola ante el Origen o verdad total (integral e integradora), la tendencia oscura del Demiurgo, generadora de la fragmentación, la ignorancia y la muerte, la que será transformada en su origen arquetípico, no invertido, la pura receptividad divina (Binah), mitad del Andrógino universal, cuyo paredro es la Sabiduría (Hokhmah), de la que se dice en el Libro sagrado que "está siempre con el Creador (YHVH) en todas sus obras".

Jose Manuel Rio . ACERCAMIENTO A LA CABALA: Sobre el Arbol de la Vida Sefirótico .

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