Fingir, llevar una vida de fingimientos es mucho peor que la vida que lleva una

persona con sentimiento de culpa. Al menos, la persona que se siente culpable es sencilla, pero quien finge, el hipócrita, el santo, el llamado sabio, el mahatma, es un sinvergüenza. Es sobre todo inhumano, inhumano consigo mismo porque se reprime, y esa es la única forma de fingimiento. Tiene que reprimir todo cuanto en él vaya en contra de la perfección. Le hervirá la sangre, estará que arde, y su rabia saldrá al exterior de mil maneras, sutiles, indirectas, pero aflorará. Incluso las personas como Jesucristo, tan amable, tan bueno, están llenas de rabia, de cólera, y resulta increíble que vayan en contra de tales cosas. Llega Jesucristo con sus discípulos, esa pandilla de memos llamados apóstoles. Tiene hambre, como toda la panda. Se topan con una higuera, y resulta que no es la época de los higos. No es culpa del árbol, pero Jesucristo se pone tan furioso que lo condena, que lo maldice. Vamos a ver: ¿cómo es posible? Por un lado, Jesucristo dice: «Ama a tu enemigo como a ti mismo», y por otro lado no es capaz de perdonar a una higuera que no ha dado frutos porque no es la época.

Osho . El libro del ego .

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