Llora, pues, vid sagrada, llora con abundancia y nosotros recogeremos los llantos que derramas. Haz
que llore nuestro ser contigo, porque, si nuestro ser debe estar unido a ti en los consuelos, también debe estar en la tristeza. Son tus llantos los únicos que pueden curar la herida universal; pero son los llantos de los hombres los que tienen que curar las heridas particulares. Cuanto más llo- re, más podrá esperar estar próximo a su curación, pues sólo puede conseguir- la con sus llantos y sus gemidos. No hace nada más que repetir la imagen de tu obra restauradora: cuanto más llores, más anuncias, como la vid, una gran cosecha y mejor manifiestas las virtudes saludables de la primavera.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .