Muchos fenómenos, hasta ahora misteriosos e inexplicables, serán fáciles de comprender una vez admitida la
existencia del universo invisible (70) que satura el organismo de los sujetos hipnotizados, ya por la poderosa voluntad de un magnetizador, ya por entidades invisibles cuya acción produce el mismo resultado. Una vez hipnotizado el sujeto, sale su cuerpo astral de la paralizada envoltura de carne y cruzando el espacio sin límites se detiene en el borde de la misteriosa frontera. Pero las puertas de entrada a la “ciudad silenciosa” tan sólo están entornadas y no se le abrirán de par en par hasta el día en que su alma, unida a la sublime e inmortal esencia, deje su cuerpo de carne. Entretanto, el vidente sólo puede atisbar por la mirilla, y de su agudeza perceptiva dependerá la extensión del campo visual.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .