Una vez terminados los estudios de Humanidades y Filosofía, Kircher pasó a la etapa que

en la tradición jesuítica se llama el "magisterio", durante la cual el joven estudiante pasa a ser temporalmente profesor en alguno de los colegios para niños y jóvenes. En 1623, Kircher fue destinado al Colegio de Coblenza donde imparte clases de lengua griega a los niños y a los jóvenes. El curso siguiente, 1624 -1625, Athanasius Kircher, a la sazón de 24 años, pasa a impartir clases en el laboratorio de Física del Colegio jesuita de Heiligenstadt en Sajonia. Este laboratorio tenía una fama bien ganada, pues en él se encontraban los aparatos "más modernos" (entonces) para acercar a los jóvenes a los métodos de lo que hoy llamamos la investigación científica. Esta experiencia será de gran valor para Kircher [SEQUEIROS, 2001c]. Finalizada en 1625 la etapa llamada por los jesuitas el "magisterio", Athanasius Kircher inicia sus estudios de Teología en la Universidad de Maguncia, donde también había estudiado la misma materia su propio padre. En esta ciudad fue ordenado sacerdote en 1628, con 27 años. Sus estudios los compaginó con trabajos de planimetría y agrimensura por encargo del Elector de Maguncia los cuales contribuyeron grandemente a su posterior interés por la geografía. También empezó a utilizar el telescopio para sus observaciones que tuvieron como objetivo principal el estudio de las manchas solares, retomando el debate que mantuvieron antes que él Galileo y el también jesuita Scheiner. Ese mismo año, 1628, fue nombrado profesor de la Universidad de Würzburgo, donde se le encarga enseñar materias tan variadas como la filosofía escolástica, las matemáticas, las lenguas hebrea y siríaca (nombre con el que se conocía entonces al arameo). Ese mismo año inicia su interés por la interpretación de los jeroglíficos egipcios con ocasión de la lectura de un libro que trataba de los obeliscos conservados en la ciudad de Roma. En Würzburgo tuvo su primer contacto con la medicina profesional (a la que hace abundantes referencias en Mundus Subterraneus) y publicó su primer libro en 1631: la Ars Magnesia, referente al magnetismo terrestre [KIRCHER, 1629; ROSSI, 1998:160-163]. El tema del magnetismo es el objeto de este trabajo. Recuérdese que en 1600 se publica uno de los libros de física más influyente en los siglos XVII y XVIII: el De Magnete de Gilbert [ROSSI 1998:160-164]. El tema del magnetismo terrestre lo retomará años después publicando en 1641 el Magnetes sive de arte magnetica que conoció varias ediciones (Roma, 1641; Colonia, 1643; Roma, 1654). En 1631, Kircher abandona la ciudad de Würzburgo debido al avance de las tropas de Gustavo Adolfo, y se establece en el Colegio de los Jesuitas de Avignon. Se llevó consigo a su discípulo, el también jesuita Caspar Schott. No se tienen muchas noticias sobre este gran colaborador de Kircher. El padre Caspar Schott nació en Königshofen (diócesis de Würzburgo) en 1608. Entró en la Compañía en 1627. No se tienen datos fiables sobre cómo entró en contacto con Kircher e iniciaron su fecunda cooperación científica. Una hipótesis es que lo conociese en Würzburgo, la ciudad de Schott, hacia 1628, cuando era aún novicio. Solo sabemos que en 1631, Schott y Kircher huyen de esta ciudad hacia Lyon y luego a Avignon. Desde 1633 se pierde el rastro de Schott. Posiblemente, es la época en que estudió en Sicilia y fue profesor de teología moral y matemáticas en Palermo. Esto coincide con un reencuentro con Kircher con ocasión de su viaje al sur de Italia. Volvió a Würzburgo en 1657 donde se dedica a escribir y a impartir clases de ciencias físicas. Es el momento en el que publica la segunda edición del Iter Exstaticum de Kircher (1660). La amistad entre Kircher y Schott fue constante y les llevó a una fecunda colaboración científica. Entre otras cosas, Schott será quien complete la segunda edición, editada en 1660, del Iter Exstaticum coeleste et terrestre (de 1654). Schott falleció en la ciudad de Augsburgo en 1666. Más adelante hablaremos con más detalle de este interesante libro y sus imágenes. En el Colegio de Avignon, ciudad que era territorio pontificio, Kircher enseñó matemáticas y desarrolla una amplia tarea científica en muy diferentes campos: la astronomía, el desciframiento de inscripciones egipcias, la planimetría y la agrimensura. También construye un planetario para el cual realizó experimentos basados en dirigir la luz del Sol y de la Luna hacia la Tour de la Motte del Colegio mediante ingeniosas combinaciones de espejos. De todos estos experimentos resultó un libro sobre las observaciones astronómicas por medio de la reflexión de la luz y otro sobre una disciplina extraña: la catóptrica (la parte de la óptica que trata de los procesos de reflexión de la luz). Durante la etapa en Avignon, Kircher mantuvo correspondencia con el jesuita Christophorus Scheiner, descubridor de las manchas solares y enemigo científico de Galileo. Tal vez en esta época adquirió la costumbre de la correspondencia frecuente con otros científicos europeos y que mantuvo toda su vida. En 1633, estando aún en Avignon, le presentaron a Pierre Gassend (conocido como Gassendi) (1592-1655) en Aix-en-Provence, con el cual seguirá manteniendo correspondencia y amistad durante muchos años. Téngase en cuenta que Gassendi es un representante cualificado de las posturas opuestas al rígido mecanicismo de Descartes. Están por estudiar las influencias mutuas que Gassendi y Kircher pudieron tener [ELLENBERGER, 1989: 188-194]. En este mismo año (1633), Kircher se propone interpretar el lenguaje de los jeroglíficos egipcios. Casi dos siglos antes de Champollion y la Piedra Rosetta, Kircher trabajó en este campo basándose en la lengua copta (que dominaba perfectamente) como herramienta lingüística para descifrar la escritura egipcia. Según los expertos, en este trabajo dominó más su juvenil fantasía que el rigor científico. De estos trabajos resultó una pintoresca gramática de la lengua copta, editada en Roma diez años más tarde.

Athanasius Kircher . El Geocosmos .

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