El miedo encuentra diversos escapes. La variedad común es la identificación, ¿no es así? Identificación

con el país, con la sociedad, con una idea. ¿No han notado cómo responden cuando ven un desfile militar o una procesión religiosa, o cuando el país está en peligro de ser invadido? Entonces se identifican a sí mismos con el país, con un ser humano, con una ideología. Otras voces se identifican con el propio hijo, con la esposa, con una particular forma de acción o de inacción. La identificación es un proceso por el cual nos olvidamos de nosotros mismos. Sé que en tanto sea consciente del «yo», existen el dolor, el miedo constante; pero si puedo identificarme, al menos temporalmente, con algo más grande, más meritorio, con la belleza, con la vida, con la verdad, con una creencia, con el conocimiento, hay manera de escapar del «yo», ¿no es cierto? Si hablo acerca de «mi país», momentáneamente me olvido de mí mismo, ¿verdad? Si puedo decir algo acerca de Dios, me olvido de mí mismo. Si puedo identificarme con mi familia, con un grupo, con determinado partido político, con cierta ideología, encuentro en ello un escape momentáneo. ¿Sabemos ahora qué es el miedo? No es, acaso, la no-aceptación de lo que es? Debemos comprender la palabra aceptación. No uso esa palabra con el significado del esfuerzo hecho para aceptar. Cuando percibo lo que es, no es cuestión de aceptar. Cuando no veo claramente lo que es, introduzco el proceso de la aceptación. Por consiguiente, el miedo es la no-aceptación de lo que es.

Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .

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