Pese a las vacantes y perfeccionamientos de que son susceptibles las traducciones de Thompson y
Meissner, el carácter ritual del texto es indiscutible. Como era de esperar, la obra metalúrgica aparece también en Mesopotamia implicando una serie de actos litúrgicos. Se elegían un mes y un día fastos, se consagraba la zona del horno, prohibiendo la entrada a los profanos y, a la vez que se purificaba a los obreros, se ofrecían libaciones a los minerales, que iban seguidas de sacrificios, se buscaba una madera especial para el fuego (los detalles de que estuviera descortezada y envuelta en piel bien pudieran testimoniar una determinada «simpatía mágica» para con los minerales o «embriones») (?). Basta con pensar en los herreros africanos para advertir hasta qué punto está la obra metalúrgica inmersa en una atmósfera sagrada. Incluso pueden aportarse paralelismos africanos al texto mesopotámico que acabamos de ofrecer. Los herreros Ushi sacrifican pollos en los hornos4; los Bakitara inmolan un carnero y una gallina sobre el yunque (Cline, op. cit., p. 118). La costumbre de colocar «medicinas» en los hornos está muy extendida (ibíd., página 125). Las libaciones de cerveza son asimismo practicadas: entre los baila, el primer ritual que se verifica en la fusión consiste en verter cerveza mezclada con «medicinas» en los cuatro hoyos excavados bajo el horno (ibíd., p. 120).
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .