Según ya dije, para realizar este ideal debéis desenvolver vuestra Intuición, esencial es la perfecta
armonía de emociones y de mente para que se manifieste la Intuición, la Voz de vuestro verdadero ser. La Intuición es el susurro del alma. Es Intuición la palabra guiadora de vuestra vida. Cuanto más armonicemos por el perfeccionamiento y la purificación nuestras intensas emociones y agudos pensamientos, más aptos seremos para oír esta Voz, la Intuición, que es común a todos, la Intuición, que pertenece colectivamente a la humanidad y no a un particular individuo. Debéis tener vivos sentimientos de amor, de intensa dicha o de sincera bondad. Quien carece de emociones no sirve para nada, mientras que quien intensas las tiene, aunque de siniestra índole, puede siempre tratar de refinarlas y perfeccionarlas. La persona insensible e indiferente no puede crear, destruir ni edificar. Observaréis que un gran destructor nunca es persona mezquina sino que algo admirable hay en él. Tampoco es mediocre ni endeble un gran amador. Cuantos más sentimientos y emociones tengáis, tanto mejor; pero al propio tiempo habéis de aprender a dominarlas, porque las emociones son como las malas hierbas, que si no las escardáis infectarán el jardín. Si tenéis débiles emociones, pero las vais alimentando día tras día, acabarán por crecer y vigorizarse. La idea de que no debemos tener sentimientos ni emociones es absurda y contraria a la espiritualidad. Cuanto más fervorosos sean vuestros sentimientos, mejor; pero habréis de dominarlos so pena de sufrimiento. Si no los domináis os apartaréis de vuestra Intuición y os extraviaréis por vericuetos en vez de seguir el camino recto hacia vuestro ideal.
Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .