¿Pero qué otro objeto pueden tener estas diversas estaciones, si no es el de restituir

hasta los últimos restos de las tribus dispersas de Israel, haciendo que nazca en ellas el deseo de entrar libremente en el camino de su liberación, de precipitarse con valentía en el Mar Rojo y atravesar con dolores todos los desiertos que les quedan por recorrer, para volver del lugar de su esclavitud y de su servidumbre a la tierra prometida, a la Jerusalén santa, que no podrán ocupar nunca si no se lanzan con ardor y resignación a estos viajes penosos y a estas empresas peligrosas, pues, si la naturaleza es la esponja del pecado, si el hombre es la esponja de la naturaleza, si el reparador es la esponja del hombre, Dios es el único que es el lugar de reposo de todos los seres y es a esta Jerusalén a la que están convocadas todas las tribus de Israel, tanto en el orden universal de la especie humana como en el orden material de los individuos.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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