Del mismo modo, para demostrar a tus enemigos tu dedicación voluntaria, los derribarás en principio,

con sólo decir la palabra yo soy y, acto seguido, te entregas en sus manos, para demostrarles, por un lado, tu temible poder y, por el otro, la enormidad de su crimen, pues, a pesar de estos testimonios eviden- tes de tu poder, tienen la impiedad criminal de apoderarse de ti y de continuar sus atrocidades contra ti. Además, esto los hará para siempre indignos de per- dón, porque no podrán poner la ignorancia como excusa. Pero todo esto ocu- rre para que se cumplan las palabras de los profetas. Y entonces, los tuyos, abandonándote, huirán todos, como cuando hay un dolor muy fuerte y gran- des desgracias inevitables, que caen sobre nosotros y todas nuestras fuerzas quedan anuladas y parecen abandonarnos.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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