La meditación no consiste en palabras, no es un mantra ni es autohipnosis, la droga
de las ilusiones. Tiene que darse sin nuestra volición. Debe tener lugar en el sereno silencio de la noche, cuando uno despierta súbitamente y ve que el cerebro está quieto y que se está desarrollando una peculiar cualidad de meditación. Ha de moverse tan silenciosamente como una víbora entre la alta hierba, verde a la luz pura de la mañana. La meditación ha de tener lugar en las ocultas profundidades del cerebro. No es un logro. Carece de práctica, método o sistema alguno. La meditación empieza con el fin de la comparación, con el fin del devenir o no devenir. Tal como la abeja susurra entre las hojas, así el susurro de la meditación es acción.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .