Quisiera decir algunas palabras respecto al sexo en la vida del discípulo. Existe una gran

contusión sobre el tema; en la mente de los aspirantes el precepto sobre el celibato está asumiendo un cariz de doctrina religiosa. Con frecuencia nos dicen los bien intencionados, pero carentes de lógica, que si un hombre es discípulo no puede contraer matrimonio y, por consiguiente, no puede haber una realización espiritual, a no ser que el hombre practique el celibato, teoría que tiene su origen en dos cosas: Primero, en Oriente ha existido un concepto erróneo respecto a las mujeres. Segundo, en Occidente ha prevalecido, desde la época del Cristo, la tendencia a conceptuar la vida espiritual como monástica y conventual. Ambos conceptos encierran dos ideas equívocas y son la raíz de la gran incomprensión y la razón de muchos males. El hombre no es mejor que la mujer ni la mujer mejor que el hombre. Sin embargo, millares de personas consideran a la mujer como la perfección del mal y la base de la tentación. Pero Dios ordenó desde el principio que hombres y mujeres tenían que satisfacer las necesidades comunes y actuar y complementarse entre sí. Dios no ordenó que los hombres vivan en comunidad, aislados de las mujeres o las mujeres de los hombres; estos dos grandes sistemas han conducido a los abusos sexuales y a grandes sufrimientos.

Alice A. Bailey . El Sexo .

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