Vigilemos, por tanto, día y noche, para que esta sangre del espíritu nos sirva de
beneficio. Vigilemos para que no se nos reproche algún día que hemos dejado que se pierda y corra en vano. Vigilemos, porque es esta sangre la que debe servir para la formación y el alimento del hijo espiritual concebido en nosotros por obra de la santa sabiduría.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .