Ya hemos dicho que el desenvolvimiento en aquellas primeras etapas era muy lento, porque no

existía más que el albor de la acción mental, y cuando el hombre abandonaba su cuerpo físico al morir, empleaba la mayor parte del tiempo en Kamaloka, pasando en sueño un corto período devachánico para la asimilación inconsciente de leves experiencias mentales, no bastante desarrolladas aún para la vida activa celeste, la cual tenía en perspectiva para mucho más adelante. Sin embargo, el cuerpo causal permanente existía allí, como receptáculo de sus cualidades, que conservaba para mayor desenvolvimiento en la próxima vida terrestre. La función que el alma monádica de grupo representaba en los primeros grados de la evolución, está representada en el hombre por el cuerpo causal, y esta entidad permanente es la que en todos los casos hace posible la evolución. Sin él, la acumulación de las experiencias mentales y morales, que se muestran como facultades, sería tan imposible como la acumulación de las experiencias físicas, que aparecen como cualidades características de raza y de familia, sin la continuación del plasma físico. Almas sin pasado venidas a la existencia desde el no ser, con peculiaridades mentales y morales determinadas, es un concepto tan monstruoso como lo fuera el de niños que apareciesen repentinamente sin proceder de parte alguna, sin estar relacionados con nadie ni con nada, pero mostrando, sin embargo, tipos definidos de raza y de familia. Ni el hombre ni su vehículo físico carecen de causa; provienen del poder creador directo del Logos; y en esto, como en otros casos, las cosas invisibles se perciben claramente por su analogía con las visibles; pues, verdaderamente, lo visible no es más que la imagen y reflejo de lo invisible. Sin continuidad en el plasma físico, no existirían medios para la evolución de las peculiaridades físicas; sin la continuidad de la inteligencia, no existirían medios para la evolución de las cualidades mentales y morales. En ambos casos, sin continuidad, la evolución se detendría en su primera etapa, y el mundo sería un caos de comienzos infinitos y aislados, en lugar de un Cosmos en progreso constante.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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