Juntemos todas nuestras fuerzas, precipitémonos con ardor en el torrente que lleva la

convicción, porque, sin convicción, no hay fuerza ni bravura y, sin fuerza ni bravura, no hay bondad, ni en nuestro corazón ni en nuestras obras. Juntemos, repito, nuestras fuerzas y digamos con el reparador:.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

Índice