En lo puramente sentimental hemos de trascender el "devocionalismo" por el cual el sentimiento se

aferra a determinada fórmula, ídolo o persona, siendo "devotos" sin ser "devocionales"; es decir guardando un íntimo respeto a todo lo que es elevado, bueno, sublime o recto sin hacer diferencias de matices ideológicos, ni mucho menos desprecios a lo que discrepa de nuestra manera de ver. El iniciando ha de comprender que los rituales y ceremonias de cada religión, no tienen mayor importancia que la de ser un medio de canalizar las fuerzas espirituales, pero que ellos por sí no crean espiritualidad, como el canal no crea el agua que conduce. La espiritualidad es solamente fruto de las virtudes llevadas a la práctica. Y el ceremonial o el acto de devoción sin la conducta recta son engaños del corazón.

Eduardo Alfonso . La iniciación .

Índice