La vida intelectual del mundo tiene su raíz en él, y de él recibe el

genio sus más puras inspiraciones. Para las almas que allí tienen su morada, poco importa que estén o no sujetas a los vehículos inferiores. Su conciencia sublime no se interrumpe jamás ni su comunión con los que le rodean. Cuando “encarnan” pueden comunicar esta conciencia a sus vehículos inferiores en proporción mayor o menor, según lo juzguen oportuno. Sus determinaciones están guiadas cada vez más por la voluntad de los grandes Seres, identificados con la del Logos, con la Voluntad que converge sin cesar al mayor bien de los mundos, porque allí, los últimos vestigios de la separatividad (2) (Ahamkara, el principio que da nacimiento al Yo, principio necesario a la evolución de la conciencia, pero que debe eliminarse concluida su obra.), están en vísperas de eliminarse en todos los que no han alcanzado la liberación final, es decir, que todavía no son Maestros; y a medida que esos vestigios desaparecen, la voluntad humana se armoniza cada vez más con la voluntad que rige el universo.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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