¿Pero quién no temblara por lo reducido del número de los que puedan verse tratados
como él, por haber sido fieles, y por la multitud que el enemigo ha alejado desde el principio y seguirá alejando hasta el final con sus ilusiones de todo tipo y, sobre todo, haciéndoles sacrificar la ley a la tradición; el espíri- tu, a la letra, y la realidad, a la apariencia? ¿Quién no temblará, digo yo, al ver a qué número tan pequeño quedarán reducidos los que cumplan con fidelidad suficiente la voluntad del espíritu, para que un día se diga de cada uno de ellos: ése es el hermano, la hermana y la madre del espíritu?.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .