Kircher buscó toda su vida la "prisca sapientia". Esa antigua sabiduría, que creía en la
existencia de una tradición primordial, común a toda la humanidad, cuyo canon fue establecido a comienzos del siglo XV por Georgios Gemistos Plethon y transmitido a través del Corpus Hermeticum por Marsilio Ficino y la Academia Florentina, fue objeto de tres de los libros más importantes de nuestro autor: Latium (Roma, 1669), Arca Noe (Amsterdam, 1675), y Turris Babel (Amsterdam, 1679). El estudio de la Roma antigua fue constante desde la aparición en el siglo XI de los Mirabilia Urbis o Mirabilia Romae. Posteriormente, en el siglo XIII, se traducirían al italiano (Le miracole di Roma) instaurando todo un subgénero literario de gran tradición posterior. La contribución de Kircher al estudio del mundo antiguo se encuentra en el Latium, obra que no podría entenderse sin el precedente del gran estudio de arqueología cristiana que es la Roma sotterranea de Bosio. La conexión de la historia antigua con la bíblica se realiza en las otras dos obras citadas anteriormente, el Arca Noe y Turris Babel, que tratarán cuestiones fronterizas de la exégesis bíblica. El libro Arca Noe es un estudio de la estructura, proporciones y construcción del Arca de Noe, pero también es, de nuevo en una marcada tradición jesuítica, un viaje alegórico por el interior de la embarcación, por su organización, por su taxonomía zoológica, por las dificultades de su construcción; en definitiva, por un símbolo del saber frente a la vastedad de lo desconocido encarnado en el poder de las aguas. Turris Babel completa el estudio kircheriano de la prehistoria de la humanidad. La obra es un alarde de visualización y de reconstrucción de los hechos bíblicos, en la línea de otro jesuita español, Juan Bautista Villalpando y su obra De postrema Ezechielis prophetae visione.
Athanasius Kircher . La Ciencia del Siglo XVII .